Estoy convencida de que el marketing es la pieza que le falta a tu puzzle para que todo encaje.
Para que tus ideas se empiecen a materializar.
Para que tus sueños aprendan a volar.
Dicen que hay niños que vienen con un pan bajo el brazo, yo llegué al mundo con un cuaderno, un boli y una verborrea incontrolable.
Desde el primer día mis progenitores se temieron lo peor, las matemáticas que siempre habían sido las reinas indiscutibles del hogar, pasaron a un segundo plano, cediendo su puesto al lenguaje abstracto de la imaginación.
“Esta niña va a ser escritora, no hay ninguna duda de ello, palabras no le faltan y si no da con la adecuada, se la inventa” comentaba mi padre, nervioso, mientras trazaba círculos con los pies sobre la alfombra roja del salón. Todavía no lo sabíamos pero – a base de tinta y papel – se estaba perfilando el carácter de la que terminaría siendo la oveja creativa de la familia.Nadie se sorprendió lo más mínimo cuando a los seis años, cuento en mano, confesé entusiasmada que quería ser escritora. Durante la adolescencia abrí un blog y gané, a través de un par de relatos cortos, algún que otro concurso literario.
Escribía para vivir, escribía para soñar y tal punto alcanzó esta obsesión, que una fría tarde de otoño, con el corazón nublado por la desilusión, empecé a escribir por no llorar.
Y esa pequeña afición que tantas burlas había despertado durante años entre mis compañeros de clase, se convirtió con el paso del tiempo en la mejor de mis terapias.
El mundo dejó de girar cuando tuve que elegir carrera en la universidad y por primera vez en mi vida sentí sobre mis hombros el peso de la gravedad. “¿Qué hago ahora?¿Existe alguna profesión que combine redacción con psicología y creatividad? Yo lo quiero todo, junto, revuelto y al mismo tiempo”. Y ahí vino mamá a salvarme una vez más. “Cariño, ¿por qué no estudias publicidad?”
Yo, con tendencia a aprenderme cada anuncio de memoria desde que tengo uso de razón, dejé que aquella idea prendiera poco a poco la llama de la ilusión, hasta iluminar por completo mi camino hacia el futuro.
Después de graduarme en Publicidad y Relaciones Públicas por la universidad, me especialicé en marketing de contenidos, un cuento de hadas hecho realidad que perdió la magia cuando me di de bruces con las impertinencias del mundo laboral. Pasé por diferentes empresas, aprendí, disfruté y entendí cinco años después que aquello no era para mí.
Tras pasar los últimos meses navegando por las turbulentas aguas de la incertidumbre, la creatividad dirigida y los salarios precarios, decidí hacer caso a mi intuición y dejarme llevar por una corriente que me susurraba al oído que había llegado el momento de marcar el rumbo y coger, por fin, el timón de mi propia vida.